Después de catar Carodorum Issos, el pequeño de la bodega teníamos muchísima curiosidad en probar su hermano mayor, con 15 meses de barrica, y realmente no nos ha defraudado. Un vino con una intensidad aromática espectacular pero que a la vez se muestra fino y elegante. En boca es intenso, afrutado y con un punto licoroso y secante. Ojo, el vino requiere su tiempo para mostrar todo su potencial y todavía tiene recorrido en botella. Pero aun así, nos ha gustado mucho el vino.
Cada vez nos gustan más los vinos de Toro y es espectacular la evolución que han experimentado en los últimos años. Carodorum crianza esta elaborado 100% Tinta de Toro, procedente de cepas viejas de hasta 100 años de antigüedad, ubicados en terrazas del Duero, terrenos con gravas y cascajos (piedra, ladrillo, cantos rodados). Tras una vendimia manual, se realiza una selección exhaustiva del racimo en la recogida y en la mesa antes de su despalillado. Posteriormente se procede a la fermentación en depósitos de acero inoxidable para finalizar con una crianza en barricas de roble francés durante 15 meses.
A la vista ya destaca su intensidad y color rojo picota negro, de capa alta, mostrando carácter desde el inicio, de forma limpia y brillante. En nariz, ya nos sorprende su intensidad aromática y frutal en parada, pero al moverlo, nos invade la fruta roja madura, leves toques de madera fina, torrefactos y pequeñas notas de bálsamo y un punto final de alcohol.
En boca es un vino intenso, directo, potente, pero elegante, con una entrada cálida y un toque de sequedad inicial que sorprende pero con el paso del tiempo se lima por completo, destacando su gran combinación de fruta madura con madera tostada. Es un vino que gusta, que atrae, porque tiene carácter pero a su vez es muy fino, va y viene, no termina de definirse. Tras media hora abierto el vino evoluciona bien y rápido y pensamos que en botella se va a terminar de redondear. En esta ocasión maridamos el vino con pechuga de pollo a la plancha, marinadas con orégano y tomillo y acompañadas de arroz balsámico con yema de huevo. Inicialmente no fue del todo correcto pero hubo momentos en el que el maridaje fue bueno, quizás por ese carácter del vino. Al final tomamos chocolate negro y el vino combino a la perfección. Carne roja, aves, estofados pescado azul, quesos semicurados harían un buen maridaje con el vino.
En conclusión estamos ante un magnífico vino, que nos muestra dos caras: intensidad y fuerza que le otorga la Tinta de Toro y los terrenos pedregosos de los que proviene y una finura y elegancia que le hacen diferente. Estaremos atentos a su evolución, pero es un vino que nos ha sorprendido gratamente y nos ha marcado. Gran trabajo!
