Procedente de Viñas del Jaro, una pequeña bodega situada en Pesquera del Duero, situada a un kilómetro del paso del Río Duero, la Finca Quiñón de la cual procede está rodeada de un pequeño bosque de encinas centenarias que se define como «Jaro» y de ahí proviene el nombre de este gran vino de Ribera del Duero.
Con una crianza de 16 meses en barricas de roble francés, toda la vendimia se realiza a mano. Jaros es un vino que tiene estilo propio, con personalidad, expresión de la Finca en la cual se elabora, eligiendo la uva entre diversos pagos y cada añada tiene su propia expresión, realizando un coupage (lo que coloquialmente se conoce como mezcla de vinos de la misma añada) con un 90% de tempranillo, combinado con merlot y cabernet sauvignon.
Cuando abrimos el vino, apreciamos un color rojo cereza, con un tono oscuro y ribete granate, pero es muy limpio y brillante. Es muy agradable de ver, resalta a la vista, con un carácter muy limpio y brillante.
En nariz, presenta cierta complejidad. Si bien en un principio tiene una intensidad media pero muy aromática, apreciamos frutas del bosque, notas especiadas, incluso tostados, con pequeñas notas balsámicas y mentolados, y un final con un toque de hinojo, herbáceo.
Pero es en boca cuando muestra todo su potencial, porque es muy sabroso, directo, fresco, muy frutal, mostrando esa combinación de frutas rojas y del bosque, apreciando la madera, con un toque mineral y un largo postgusto, siendo muy completo.
En esta ocasión, maridamos el vino con estofado de corzo con setas (típico plato de cocina gallega) y a pesar de ser un plato con consistencia y con carácter, el vino marido a la perfección. También combinaría perfectamente con carnes rojas, caza, ibéricos y quesos curados y azules.
En conclusión, estamos ante un vino que muestra el carácter de la propia tierra en la que se produce, muy bien trabajado, con un carácter frutal muy amplio, que te invita a beberlo.
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