De los viñedos situados al noreste de Jumilla, con una altura de 700 metros, nos llega el pequeño de los Gil, el Juan Gil 4, 100% Monastrell y con un paso de cuatro meses en barricas de roble francés y americano.
Los vinos de Jumilla han evolucionado espectacularmente en los últimos años, de la venta masiva de vino a granel con vinos muy rudos, recios que un paso en boca complejo, a vinos de muy alta calidad, con muy buena relación calidad precio, con un gran trabajo de las bodegas de la región, impulsados por la DO de Jumilla.
Y de los primeros que comenzaron a realizar este cambio fueron la familia Gil, bodega cuyo origen data de 1916, siendo ya cuatro las generaciones que continúan la historia de esta bodega. Pero no pierden la esencia de los vinos de la tierra, región con poca lluvia, veranos muy calurosos e inviernos muy fríos, con cambios de temperatura del día a la noche muy fuertes, si bien la ubicación de la parcela a 700 metros, con un suelo calizo y arenoso, pedregoso en la superficie, facilita la retención del poco agua que se recibe a lo largo del año. Su uva principal es la típica de la zona, Monastrell, pero también trabajan con otros uvas a una menor escala.
En esta ocasión estamos ante el pequeño de la bodega, pero no por ello exento de calidad. Al abrir el vino, nos encontramos con un color rojo picota, no muy oscuro, pero muy intenso, vivo.
En nariz, en parada el vino es potente, con aromas frutales destacando la fruta madura, algo de especias, con un toque de madera y en movimiento, es cuando la fruta se muestra de forma exponencial, tostadas y pequeñas notas lácticas.
En boca es un vino muy sabroso, con una muy buena entrada, intenso, con mucha fruta y tiene buen cuerpo, a pesar de su pequeño paso por la barrica, cierta acidez pero controlada y muy buena estructura. El paso en boca es agradable y tiene un larga persistencia, con un final marcado por la fruta madura y los tostados.
En esta ocasión maridamos el vino con un plato de quesos de diferentes variedades, desde quesos ahumados, con pimentón, hasta el cabrales, y un Foie de pato. Con los quesos fuertes hizo un maridaje muy bueno pero con el Foie fue perfecto. En nuestra sección de maridaje os dejamos todos los detalles
En conclusión, estamos ante un vino con una carga de fruta intensa, con muy buen cuerpo, muy sabroso que puede maridar perfectamente con guisos, legumbres, asados, carnes rojas, ibéricos y por supuesto con quesos, semi curados o curados y azules.
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